Di Folco Jemni Funambulist
Medina (2023) de Inès di Folco Jemni, óleo sobre cartón, 50 x 40 cm, cortesía de la artista y Crèvecœur, París. / Foto de Martin Argyroglo.

Indigeneidad Negra: Introducción
Léopold Lambert

Traducido por Felipe Guerra Arjona

Bienvenides, bienvenidas, bienvenidos al número 59 de The Funambulist. Después de un número completo sobre Palestina, volvemos a una escala más internacional(ista), con este dossier sobre Indigeneidad Negra. Inicialmente, había pensado dedicar este número a cuestiones relacionadas con el internacionalismo Negro, inspirado más particularmente por la increible conversación que tuve la suerte de sostener con el historiador bermudeño Quito Swan para nuestro número 39 The Ocean (enero-febrero de 2022). Seguramente, este número podría existir algún día, sobre todo si se elabora con la co-editora invitada que tengo en mente y que tal vez se puede reconocer aquí. Mientras tanto, las Indigeneidades Negras es un tema que me parece igualmente urgente, confiando en una serie de intuiciones e inspiraciones de otras personas. Las que trato de articular en esta introducción no son más que eso (intuiciones e inspiraciones), pero son las que han seleccionado las contribuciones a este número (y algunas más que, lamentablemente, nunca se terminaron).

La primera —y es sorprendente que haya que decirlo— consiste en afirmar que existe tal cosa como pueblos Indígenas Negros. Al leer algunos textos producidos en universidades estadounidenses, debo confesar mi decepción al ver que el nexo entre Negritud e Indigeneidad se resumía a menudo en la identidad forjada por personas que tienen ascendencia directa Indígena (entendido como Indígena de la Isla Tortuga) y ascendencia directa Negra. Por supuesto, mi intención aquí no es negar la importancia de este enfoque, sino observar que, como suele ocurrir cuando se trata de la producción de conocimiento en Estados Unidos, las cosas suelen partir de lo individual y, a veces, llegan a lo colectivo —otras veces, nunca lo hacen—.

Es importante seguir a les colaboradores de este número cuando señalan que las categorías mismas de Negritud e Indigeneidad surgen de un marco epistemológico centrado en el colonialismo de ocupación europeo (particularmente en el Atlántico Norte, pero no exclusivamente). Este marco se formuló principalmente en inglés o español. La Negritud en el contexto del África subsahariana, por ejemplo, surge cuando se la relaciona con los colonizadores y colonos europeos o, históricamente, omaníes. Como tal, la Negritud es un concepto que no escapa a la relación con el colonialismo —por excelentes razones dada la persistencia de las estructuras coloniales de ocupación en numerosas geografías del continente, en particular en sus regiones del sur—. También puede ofuscar a veces numerosos aspectos de las dinámicas de poder que involucran a grupos identificables que han sido históricamente racializados como Negros por los colonizadores europeos. Dentro de estas dinámicas de poder, la noción misma de Indigeneidad puede a veces ser utilizada como arma, como ha sido el caso en Ruanda, donde un aspecto de la racialización del pueblo Tutsi por parte del pueblo Hutu (siguiendo el racismo «científico» alemán y belga) que condujo al genocidio de 1994 ha sido la negación de que el pueblo Tutsi fueran Indígenas de la región de los Grandes Lagos, utilizando factores fenotípicos para afirmar que eran originarios del Cuerno de África.

Sin embargo, resulta interesante que les colaboradores cuestionen menos el concepto de Negritud que el de Indigeneidad a lo largo de todo el número. Para algunes de elles (en particular para dos que, lamentablemente, no pudieron finalizar su contribución), este concepto está necesariamente vinculado al colonialismo de ocupación. Según esta interpretación, la persona indígena sólo existe como tal en relación con su alter ego, el colono —ya sea europeo o de una escala más regional—. No me siento especialmente capacitado para argumentar en contra de esta interpretación, pero debo decir que la interpretación que yo tenía mientras editaba este número se acerca más a la formulada por Menna Agha en su contribución: una conceptualización de la Indigeneidad como un conjunto de relaciones específicas entre comunidades de personas y la tierra, lo que, por supuesto, no se opone a una definición más conectada con el colonialismo de ocupación, pero que va más allá de este vínculo.

Centering Melanesia Map Leopold Lambert
Centrar Melanesia. / Mapa de Léopold Lambert (2025).

Este número se organiza en torno a tres grandes regiones del mundo: Melanesia, el continente africano y el Caribe. Les lectores habituales de The Funambulist estarán acostumbrades a nuestra insistencia en situar a Melanesia como un lugar clave de las epistemologías Indígenas Negras. Como de costumbre, es algo arriesgado aceptar las denominaciones y delimitaciones creadas por el colonialismo europeo. Melanesia —que abarca Papúa Occidental, Papúa Nueva Guinea, las islas del Estrecho de Torres, las Islas Salomón, Nueva Caledonia, Vanuatu, Nauru y las Islas Fiyi— ya en su propio nombre marca una racialización de los pueblos Indígenas de la región como pueblos Negros (mélas, en griego antiguo, significa negro). Sin embargo, al igual que los movimientos afrodescendientes y africanos, la conciencia melanesia y aborigen australiana ha reivindicado políticamente esta racialización colonial para convertirla en el centro de su lucha por la soberanía.

El continente africano es, naturalmente, fundamental en este asunto, ya que las Indigeneidades africanas suelen ser minorizadas en la epistemología global de la Indigeneidad. Hay que admitir que la sola idea de que exista alguna otra consistencia en estas Indigeneidades que no sea la geográfica sería sin duda un error. Las contribuciones que expresan un aspecto de la Indigeneidad en Nubia (Menna Agha), Eritrea (Semhar Haile), los bosques de Gabón (Maya Mihindou) y dentro de los límites coloniales del estado llamado Sudáfrica (Nolan Oswald Dennis y Zoé Samudzi) son sin duda testimonios de esa fuerte diversidad en distintas geografías del continente. Mientras que la Indigeneidad en Sudáfrica —y, en menor medida, en Nubia— puede definirse al menos parcialmente en relación con el colonialismo británico y holandés, la Indigeneidad en el Cuerno de África (y en Eritrea en particular) debe abordarse mucho más dentro de las dinámicas regionales de poder, en particular las impuestas por el Imperio etíope, llamado «imperio Negro» por Semhar Haile en su contribución.

Maasai Funambulist
El pueblo masái protesta contra los desalojos de sus tierras ancestrales en Ngorongoro, Tanzania, el 10 de marzo de 2022. / Foto de R. Bociaga / Shutterstock.

En cuanto al Caribe (tanto insular como continental), encarna un espacio afrodiaspórico muy distinto, debido al proceso genocida de eliminación de la población Indígena y al de esclavización de personas africanas secuestradas y deportadas. Estos procesos han alterado fundamentalmente muchas geografías y ecosistemas en la elaboración de la Plantación —hasta tal punto que pensadoras contemporáneas como Anna Tsing y Donna Haraway han designado este momento y los siglos siguientes como una era geológica llamada «Plantacioceno»—. En este contexto, las personas cimarronas no solo se liberaron de la esclavitud, sino que se trasladaron a entornos (en particular bosques y/o montañas) que también estaban libres de las lógicas de la Plantación. El proceso de recrear nuevas relaciones con este entorno de manera que se nutriera de las Indigeneidades africanas que no pudieron perderse durante la travesía transatlántica de personas esclavizadas, o Pasaje del medio, puede considerarse como la formación de nuevas Indigeneidades Negras en este contexto particular. Entre ellas, la del pueblo Businenge en la Guayana francesa y en el Suriname holandés, parecen paradigmáticas.

Hay una cuarta región de Indigeneidades Negras presente en este número: una que se mueve con las corporalidades afrodiaspóricas que dejaron su tierra por la fuerza o por voluntad propia para habitar otros espacios, en particular en Europa, pero no exclusivamente. Este es un último argumento editorial que este número (después de nuestro número Undocumented International de enero-febrero de 2023) intenta plantear: la Indigeneidad no es lo contrario de la migración. Une no deja de ser Indígena en el momento en que pone un pie fuera del ecosistema al que «pertenece». Como se mencionó anteriormente, ni siquiera el mortal Pasaje del medio logró romper esta relación con la tierra; tampoco lo hizo el viaje emprendido por cientos de miles de migrantes Indígenas, cuyas vidas se vuelven vulnerables por los crueles obstáculos de varios regímenes fronterizos —encarnados por la Fortaleza Europa, Inglaterra, Australia y Estados Unidos en primer lugar, pero lejos de ser los únicos—. Cuando se piensa en las Indigeneidades Negras, es crucial pensar en la identidad política encarnada por numerosas personas malienses en Francia, eritreas en Italia (Semhar Haile) o nigerianas en Inglaterra, por citar solo una fracción.

Como se mencionó al principio de este texto, esas son solo intuiciones editoriales, articuladas en palabras muy limitadas aquí, pero espero que proporcionen algunas herramientas para leer el hermoso diálogo creado por las diversas contribuciones que están a punto de leer. Les deseo un momento inspirador con ellas.